¿Qué es la leishmaniosis visceral?
La leishmaniosis visceral, también conocida como kala-azar, es una forma grave de esta enfermedad parasitaria transmitida por la picadura de los flebótomos descrita en seres humanos. Se caracteriza por la diseminación de parásitos del género Leishmania hacia distintos órganos internos como el bazo, los riñones o el hígado. En España y en la cuenca mediterránea, la especie de Leishmania descrita es Leishmania infantum, que, en humanos, se asocia normalmente con esta forma grave de la enfermedad. En perros, esta especie se asocia a signos clínicos tanto viscerales como cutáneos.
¿Cómo se transmite la leishmaniosis?
La enfermedad se transmite a través de la picadura de hembras infectadas de flebótomo, ya que son ellas quienes necesitan alimentarse de sangre para completar su ciclo reproductivo.
Tanto los animales como los seres humanos pueden actuar como hospedadores del parásito, convirtiéndose en posibles fuentes de transmisión dentro del ciclo biológico de Leishmania.
¿Qué síntomas produce la leishmaniosis visceral?
Al ser una enfermedad sistémica, los síntomas dependen en gran medida de los órganos afectados y del grado de gravedad. Esta forma de leishmaniosis es especialmente grave y puede llegar a ser mortal si no se trata adecuadamente.
En perros, cuando hay diseminación visceral, los signos clínicos más comunes incluyen decaimiento general, fiebre prolongada, pérdida de peso, sangrados nasales, cojeras, alteraciones digestivas, anemia y aumento del tamaño del bazo. Dado el riesgo que representa esta enfermedad, es fundamental conocer las medidas de prevención contra la leishmaniosis para reducir la probabilidad de contagio y favorecer una detección temprana.
Leishmaniosis en perros: signos clínicos cutáneos y viscerales.
Los perros pueden presentar tanto signos clínicos cutáneos como viscerales o una combinación de ambos. Cuando hay afectación visceral, la enfermedad afecta a órganos internos como el bazo, el hígado o la médula ósea, y puede poner en riesgo la vida del animal si no se trata a tiempo. La leishmaniosis cutánea se manifiesta principalmente en la piel, provocando lesiones, úlceras o descamación, sin comprometer los órganos vitales. Aunque ambas presentaciones pueden aparecer simultáneamente, cuando hay afectación visceral el pronóstico es más reservado. En todos los casos, un diagnóstico veterinario precoz y un tratamiento adecuado son fundamentales para mejorar la calidad de vida del perro afectado.
¿Cuál es el tratamiento para la leishmaniosis?
Una vez contraída la enfermedad, en veterinaria se dispone de distintos medicamentos según el estadio clínico en el que se encuentre el animal.
¿Cómo prevenir la leishmaniosis en tu perro?
La mejor forma de protegerse frente a la leishmaniosis es prevenir la picadura del flebótomo. Algunas recomendaciones clave dentro del plan de medicina preventiva en tu perro son:
- Realizar chequeos anuales en el veterinario para detectar el estado de salud frente a esta enfermedad.
- Utilizar antiparasitarios externos con acción repelente que reduzcan el riesgo de infección, disponibles en collares y soluciones spot-on (pipetas).
- Reducir la exposición mediante el uso de mosquiteras y evitando que los perros permanezcan al aire libre durante el amanecer y el atardecer, momentos de máxima actividad del vector.
- Aplicar la vacunación frente a la leishmaniosis como parte de un enfoque preventivo integral, ya que ayuda a reducir el riesgo de desarrollo de la enfermedad.
¿En qué regiones es más común la leishmaniosis visceral en seres humanos?
Esta forma de leishmaniosis se presenta principalmente en Brasil, el este de África y la India. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen entre 50.000 y 90.000 nuevos casos de leishmaniosis visceral en humanos, aunque solo se notifican entre el 25 % y el 45 % de ellos.
¿Cuál es la diferencia entre leishmaniosis cutánea y visceral en seres humanos?
Una de las principales diferencias entre la leishmaniosis cutánea y la visceral es su gravedad, ya que el pronóstico de la forma visceral es mucho más comprometido.
En ambos casos, la evolución de la enfermedad está relacionada con los órganos afectados. La forma visceral afecta a órganos internos como el bazo, el hígado o los riñones, mientras que la forma cutánea se manifiesta en la piel.
También presentan una distribución geográfica diferente: la leishmaniosis cutánea está más extendida globalmente y registra un mayor número de casos anuales.
Sea como sea, si bien es cierto que la leishmaniasis cutánea y visceral cuentan con diferencias entre ellas, ambas deben ser controladas, recibiendo un correcto diagnóstico y tratamiento para obtener el mejor pronóstico posible.
Víctor Algra | unveterinario
Veterinario